“Agradezco a los diputados, incluidos los de la oposición, haber aprobado por enorme mayoría mi propuesta de rechazo a que nos dicten de forma unilateral la creación de un Estado palestino…”, comenzaba a decir este miércoles en el Parlamento el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, cuando le interrumpió a gritos desde su escaño Ahmad Tibi, líder del partido árabe Taal: “¡Se creará un Estado palestino! ¡Pese a tus palabras, se creará!”. Tras dos advertencias, fue expulsado.
En este ambiente, la Kneset ha dado luz verde a un texto, presentado por Netanyahu y aprobado unánimemente por su Gobierno de concentración, que rechaza tanto los “dictados internacionales sobre un acuerdo permanente con los palestinos” como el reconocimiento unilateral del Estado de Palestina, al que la Asamblea General de la ONU otorgó en 2012 el estatus de país observador no miembro. “Una declaración así tras la masacre del 7 de octubre daría una enorme recompensa sin precedentes al terrorismo e impediría cualquier futuro acuerdo de paz”, señala. De los 120 diputados, 99 de distinto signo político han votado a favor de su resolución y solo nueve en contra, de partidos árabes.
Netanyahu explicó el lunes la importancia de su iniciativa: “En los últimos días, hemos visto una nueva forma de presión internacional: un intento de forzarnos unilateralmente el establecimiento de un Estado palestino”. El previsible apoyo masivo, aventuró, “dejará claro al mundo que hay un consenso muy amplio en el seno de Israel contra los intentos internacionales de forzarnos a un Estado palestino que pondría en peligro la existencia del Estado de Israel. Lo rechazamos por completo”. El Ministerio de Exteriores palestino ha emitido un comunicado en el que califica la decisión de “inválida, ilegítima e ilegal” y subraya que el reconocimiento del Estado de Palestina por otros países o la membresía plena “no precisan del permiso de Netanyahu”.
Si la Kneset ha abordado el tema este miércoles, una década después de la votación en Naciones Unidas, es justo porque la guerra en Gaza ha rescatado del armario esas dos ideas: la necesidad de impulsar la solución de dos Estados, tras años de defensa sobre el papel por la comunidad internacional; y ―con más timidez― el reconocimiento del Estado palestino, que tiene una dimensión principalmente simbólica. Israel lo llama unilateral porque no se produce en el marco de un acuerdo negociado de paz.
En la actualidad, 139 de los 193 Estados miembros de Naciones Unidas reconocen al Estado de Palestina, con una clara división entre Occidente ―que por lo general no lo hace― y el resto del mundo, incluidos dos miembros permanentes del Consejo de Seguridad: China y Rusia. Palestina tiene estatus de observador porque la plena membresía dependía del sí del Consejo de Seguridad. Ni se llegó a votar ante la certeza de que al menos Estados Unidos la vetaría.
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Varios parlamentos nacionales de países de la UE, como el español, aprobaron entonces mociones para reconocerlo. Al final, Suecia fue el único país comunitario que lo hizo tras entrar en la Unión, pero no generó el efecto dominó que se esperaba. Se quedó sola y el impulso se acabó diluyendo.
Ahora, España se plantea emularla en solitario. “Nos gustaría hacerlo con el mayor consenso posible dentro de la UE, pero, desde luego, no descartamos nada […]. España es un Estado soberano y toma sus decisiones soberanamente”, indicó el mes pasado en el Parlamento el ministro de Exteriores, José Manuel Albares.
Bulo
Lo que de verdad preocupaba, sin embargo, este miércoles en la Kneset era una información, después desmentida, de que el gran aliado estadounidense ―que este martes vetó por tercera vez una propuesta de alto el fuego en Gaza en la ONU tras más de cuatro meses de guerra― se planteaba reconocer el Estado palestino en el marco de un plan para impulsar la paz en la región. Se pudo ver en la intervención en el Parlamento del anterior primer ministro y jefe de la oposición, Yair Lapid, al explicar a Netanyahu su posición: “No tengo problema en votar a favor. Estamos en contra de las medidas unilaterales, [pero] te has inventado una amenaza que no existe. […] Mis lazos con la Administración estadounidense son mejores que los tuyos y es un bulo. No hay un actor oficial en el mundo que proponga el reconocimiento unilateral del Estado palestino”.
La otra idea que ha cobrado fuerza es la necesidad de tomarse en serio la solución de dos Estados para poner fin al conflicto de Oriente Próximo. El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, habla incluso de que “debe ser impuesta desde el exterior”. Netanyahu la rechaza, como recordó el pasado lunes, al jactarse de haberla frenado durante su carrera política, aunque la llegase a defender de palabra, presionado por el entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama: “Todo el mundo sabe que yo he sido quien durante décadas ha bloqueado el establecimiento de un Estado palestino”.
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